Cada año, millones de personas visitan un espectacular circuito compuesto por maravillosas agrupaciones de edificios interconectados y encantadoras casas coloreadas de beige, arena y demás matices terrosos. Al acercarse pueden ver el exterior renacentista de esas construcciones, y los exquisitos detalles capturados en las estatuas colocadas en el tope de palacios y catedrales. Cruzar las puertas de estos lugares históricos, es entrar en todo un mundo nuevo, incluso más cautivador que la vista de la ciudad bañada con el púrpura y el melocotón del crepúsculo. Ubicado en Roma, este fascinante destino no es otro que la Ciudad del Vaticano. El Vaticano es una locación encantadora para la literatura, la música, y para la resplandeciente pantalla de plata, por muy buenas razones. Por supuesto, ser el estado soberano más pequeño del mundo con solo 44 hectáreas es apenas uno de sus atractivos. Como sede secular de la Iglesia Católica, su atrayente y azarosa historia, sin mencionar la riqueza del arte y la arquitectura que contiene, hace que la influencia y la importancia del Vaticano supere con creces a su tamaño.