Los Apócrifos de la Biblia: La Historia de Los Antiguos Textos Apócrifos Dejados Fuera del Antiguo Testamento Y El Nuevo Testamento
ISBN: 9781795055086
El estudio de los evangelios apócrifos —relatos de la vida o dichos de Jesús que no entraron al Nuevo Testamento— es una disciplina popular entre los académicos que llena ya varios estantes de cualquier biblioteca respetable. A pesar de la creciente secularización de la sociedad, parece haber un apetito por la figura histórica de Jesús. Mucho menos lectores de estudios bíblicos consideran la cuestión de si el Antiguo Testamento, conocido también como Biblia Hebrea, está “completo” , es decir, si hubo otros libros aparte del Génesis, el Éxodo y Jueces, con distintas historias y personajes desconocidos, que quedaron excluidos de la colección y perdidos en las arenas del tiempo. La mayor parte de los lectores da por hecho que la gran saga de Israel, comenzando por los relatos pastoriles de los patriarcas, la epopeya del Éxodo y la conquista de la Tierra Prometida, hasta la corte del rey David, es una historia compacta, completa, única, que desde un principio estuvo en su forma actual, y que como tal fue aceptada de manera unánime en la antigüedad. ¿Escribió alguien en el antiguo Israel otras versiones de las conocidas historias de la escuela dominical?
Que la Biblia Hebrea o Antiguo Testamento (AT) no era una entidad definitivamente cerrada en la época del segundo templo (500 AC - 70 DC) y que había más libros que los que contiene, se puede comprobar fácilmente al considerar que el Nuevo Testamento cita literatura apócrifa. La carta de Judas menciona una pelea entre el diablo y un arcángel por el alma de Moisés que no se encuentra en el Pentateuco: el autor de esa epístola está citando el libro de Enoc, apócrifo del Antiguo Testamento, o posiblemente la Ascensión de Moisés, que el autor de Judas consideraba como textos autorizados. El apóstol Pablo cita en dos ocasiones del apócrifo conocido como Vida de Adán y Eva en su segunda carta a los corintios, y el Evangelio de Mateo se refiere a una profecía escrita, desconocida hasta la fecha, en el sentido de que el mesías “será llamado nazareno”. Una de las historias más extrañas y llamativas derivada de los apócrifos hebreos es que Eva no fue la primera mujer que Dios creó. Hubo otra antes que ella. Su nombre es mencionado una sola vez en el libro de Isaías, pero el profeta cubre la leyenda con un velo de silencio.
Que la Biblia Hebrea o Antiguo Testamento (AT) no era una entidad definitivamente cerrada en la época del segundo templo (500 AC - 70 DC) y que había más libros que los que contiene, se puede comprobar fácilmente al considerar que el Nuevo Testamento cita literatura apócrifa. La carta de Judas menciona una pelea entre el diablo y un arcángel por el alma de Moisés que no se encuentra en el Pentateuco: el autor de esa epístola está citando el libro de Enoc, apócrifo del Antiguo Testamento, o posiblemente la Ascensión de Moisés, que el autor de Judas consideraba como textos autorizados. El apóstol Pablo cita en dos ocasiones del apócrifo conocido como Vida de Adán y Eva en su segunda carta a los corintios, y el Evangelio de Mateo se refiere a una profecía escrita, desconocida hasta la fecha, en el sentido de que el mesías “será llamado nazareno”. Una de las historias más extrañas y llamativas derivada de los apócrifos hebreos es que Eva no fue la primera mujer que Dios creó. Hubo otra antes que ella. Su nombre es mencionado una sola vez en el libro de Isaías, pero el profeta cubre la leyenda con un velo de silencio.